Guía del trotamundos

Montenegro: te sorprenderá (y III)

De toda la costa montenegrina, su lugar más bello y conocido sin duda alguna es la mini pení­nsula de Sveti Stefan (San Esteban). Una pequeña fortaleza que, rodeada por las claras aguas del Adriático, tiene una estrecha unión con el Montenegro continental, en forma de istmo.

Es quizá la foto más famosa del paí­s. Y digo foto porque el lugar es de acceso restringido; hay que pagar entrada y aunque su superficie es ridí­culamente pequeña, está tomada por alojamientos de precios ridículamente altos. ¡No es sólo prohibitivo para mochileros, es casi prohibitivo para mortales! Entre sus «ilustres» huéspedes se han contado actrices y actores, jugadores de ajedrez, modelos, etc. A pesar de lo inaccesible del lugar, la vista sobre el mismo es idí­lica, y la entrada para darse una vuelta por el recinto amurallada es cara pero accesible, lo que ocurre que yo me indigné que cobraran simplemente por entrar y me limité a verlo desde la distancia, tomando la foto de la esquina superior izquierda.

Montenegro no es sólo costa. Aunque es cierto que es allí­ donde residen la mayoría de sus atractivos, en el interior del paí­s también hay lugares que bien merecen una visita. La mayorí­a de las personas pasan por la costa y no se adentran en el Montenegro profundo, el que da nombre al país: los tupidos bosques, que regalan un aspecto sombrío a las montañas que coronan, son la imagen clásica del paí­s. Como siempre, en mi opinión donde menos turistas hay, es donde muchas veces se esconde lo más auténtico de cada paí­s, y donde se vive la verdadera aventura de viajar.

En el interior del paí­s se encuentra el Parque Nacional Durmitor, con varios lagos y montañas que harán las delicias de cualquier senderista. En invierno es un centro de esquí­ y snowboard bastante popular. Žabljak es la población desde la cual se suele visitar el parque.

Cetinje (pronunciado tsétiñe) fue la capital de Montenegro mientras la monarquí­a gobernaba el paí­s. Tras la segunda guerra mundial, la capital pasó a Podgorica, que inmediatamente cambió su nombre por el de Titograd, en honor al mariscal yugoslavo, retomando la vieja denominación tras la desemembración de Yugoslavia. Lamentablemente las opciones turí­sticas de Cetinje -como capital durante siglos fue sede de todos los poderes, con lo que ello conlleva: las mejores construcciones civiles y religiosas se hicieron aquí­- fueron abandonadas durante años, y recién ahora intentan darle impulso, poco a poco. Numerosos museos, como el Museo Nacional de Montenegro, están en Cetinje, y en los alrededores se pueden visitar varios monasterios y construcciones religiosas de la tradición ortodoxa serbia.

Muy relacionado con la época monárquica montenegrina está el Mausoleo de Petar II Petrović-NjegoÅ¡ (1813-1851), el obsipo-rey-poeta que es considerado en gran medida el padre de la nación. Dicho mausoleo está situado en la cumbre de una de las montañas más altas del paí­s, Lovćen. Cuando le preguntaron al monarca que por qué no querí­a ser enterrado en la montaña más elevada del paí­s, cuentan que él respondió «porque tampoco soy yo el hombre más elevado de Montenegro». El lugar es destino del peregrinaje de todo el nacionalismo local, y desde lo alto se tiene unas vistas impresionantes.

Para los que dispongan de vehí­culo propio, sean amantes de la aventura, y no tengan miedo -no hay por qué tenerlo- de perderse en el intrincado interior del paí­s, una visita al minúsculo, bucólico e impronunciable pueblo de Rijeka Crnojevica (a ver, preparen lengua y mandí­bula, yo confí­o en su capacidad: rieka ch’ernoiévitsa) es toda una experiencia. Un pequeño puente de piedra y un rí­o de postal. ¿Nada más? Ni nada menos. Un sitio hermoso, y aunque no pases allí­ ni un par de horas, la aventura de llegar hasta Rijeka Crnojevica (¿ves que no es tan difí­cil de pronunciar?) vale casi más que su desmedida fotogenia (retratada en mi primera entrada sobre Montenegro).

Llevo tres dí­as intentando convencerte y ya me empiezo a cansar. Si con todo esto no te convences de que Montenegro no es sólo un lugar increí­ble para visitar, si no que además puede ser un destino en sí­ mismo (generalmente la gente lo usa como complemento a una visita a Dubrovnik), lo único que yo puedo decirte, con todo el respeto y cariño del mundo, es que te vayas a Benidorm y me dejes en paz.

http://es.wikipedia.org/wiki/Montenegro Impresionante el artí­culo en Wikipedia. Completo y útil. Altamente recomendable.

http://www.visit-montenegro.cg.yu La página más recomendable para quienes quieran visitar Montenegro. Sólo un pero: está escrita en serbio, alemán, italiano o inglés.

http://www.montenegro.com Otra página interesante, aunque un poco demasiado dirigida al turista de pelas, quiero decir euros.

Grrrr, viendo la siguiente animación de fotos he tenido la sensación de que cuando estuve allí­ me perdí­ muchas cosas. ¡Tengo que volver!

Preguntas Muy (o bastante) Frecuentes

-¿Por qué deberí­a yo visitar Montenegro?
Por sus montañas. Por sus playas. Por sus rí­os. Por sus lagos. Por su naturaleza. Por su historia. Por su gastronomí­a. Por su música. Porque conozcas algo más del paí­s que sus jugadores de fútbol (Predrag Mijatovic) o baloncesto (Zarko Paspalj), que encima están retirados desde hace tiempo. Porque además de saber situarlo en un mapa, podrás decir «yo estuve allí­» a tu asombrada audiencia.

-¿Cómo llego a Montenegro?
Vuelos directos no hay. Por avión, la mejor opción -y la más barata- es ir hasta Dubrovnik, en Croacia. Una ciudad hermosa y a sólo treinta kilómetros al norte de la frontera con Montenegro. De todos modos, la mejor manera de recorrer el paí­s es teniendo vehí­culo propio, o alquilándolo. Recorrer de norte a sur la costa croata para llegar a nuestro destino es una gran idea. Otra opción (la que hice yo) es recorrer de norte a sur Italia, y desde Bari, cruzar en ferry -habilitado para coches- hasta Bar, el puerto montenegrino por excelencia, y después de recorrer el pequeño pero adorable paí­s, retornar por Croacia o Bosnia hasta el norte de Italia.

-¿Qué es lo que no debo perderme?
Nada, no te pierdas nada en absoluto. Montenegro es más pequeño que Jaén, puedes recorrértelo enterito en un lapso razonable de tiempo. Además de los lugares que he recomendado en estas tres entradas, no puedes dejar el paí­s sin probar el Ćevapčići (chebápshishi, ricas albóndigas de diferentes carnes) ni el rakia, famoso licor tumbavivos y levantamuertos. Cualquier opción que tengas de acudir a fiestas religiosas o nacionales, no te las pierdas. Son oportunidad única para conocer la gastronomí­a, música y folklore locales. Y si en un cúmulo de casualidades te invitaran a una boda, no te la pierdas. Son como las pelí­culas de Emir Kusturica (bueno, quizá no tanto). Si alguna vez me caso (quedan advertidas las candidatas) que sepan todas que mi boda será al estilo montenegrino. Y no hay más que hablar.

-¿Cómo hablo, cómo pago?
Como buenos exyugoslavos, los montenegrinos chapurrean decentemente casi cualquier idioma. Eso sí­, los habitantes del Montenegro profundo no tanto, y son muy tí­midos. Pero te arreglarás. Con lo único que puedes tener problemas es con el alfabeto serbio y montenegrino, muy similar al ruso. Muchos carteles están en nuestro alfabeto, el latino, pero otros tantos no. Es recomendable que te lleves algún tipo de diccionario, o simplemente las equivalencias fonéticas, para que cuando veas un letrero que diga Црна Гора no te dé un ataque cardí­aco y sepas que lo que dice simplemente es «Montenegro», o «Crna Gora» en el idioma local. La moneda en el paí­s, algo muy práctico para el visitante, es el euro, aunque formalmente la nación no pertenezca ni a la zona euro ni a la Unión Europea.

-¿Es seguro?
Aquí­ aplica exactamente lo mismo que dije para Dubrovnik, con unas pequeñas diferencias de años y nombres, que una vez corregidas, copio y pego al más puro estilo Ana Rosa: «Tus amigos tienen razón cuando te insisten en que dejes de comprar los periódicos al cartonero. La guerra en Yugoslavia terminó hace casi nueve años. Montenegro y la ex-Yugoslavia en general son sitios seguros». Montenegro tiene un peligro relativo, y es tan peligroso o tan poco peligroso como Hungrí­a o Grecia. Es decir, muy poco. Hay robos y timos como en cualquier destino turí­stico, no seas primo y punto. Sólo hay que tener cuidado y no ir a lo loco a Kosovo o Albania, sin conocer antes las condiciones en materia de seguridad -que yo personalmente ignoro- de esos dos lugares con los que Montenegro tiene frontera.

-¿Algo más que añadir?
Que vayas, que lo disfrutes, y que nos lo cuentes.