Tengo especial cariño a este lugar, que he visitado dos veces, una cuando era niño adorable y otra cuando joven apuesto, pero siempre como persona modesta. Ischigualasto es una palabra a la que se le atribuyen diferentes orígenes, siendo la teoría más plausible la de su origen quechua, significando «lugar donde se posa la luna» (aunque por lo que yo sé, que no es mucho, Luna en quechua se dice Killa). Durante muchos años este paraje fue conocido popularmente como Valle de la Luna, el nombre heredado del hacendado que era dueño del terreno en los años 40 del siglo pasado; todavía hoy es normal que lo llamen de esta manera.
Aunque obviamente conocido por el hombre desde antes (¿de dónde si no vendría su nombre indígena?) fue en 1870 cuando empezó a ser explorado, con la intención
Sorprendentemente digo porque el Valle de la Luna es el único lugar en el mundo en que puede verse el período triásico (en el cual aparecieron los primeros dinosaurios sobre la tierra) de forma completa y ordenada, y las formaciones geológicas que se observan en el lugar tienen entre 180 y 230 millones de años. No sé a ustedes, pero a mí esas medidas de tiempo me marean. Ischigualasto es una posibilidad única de viajar en el tiempo.
Por motivo de la estupidez turística -que es mayor que la humana, que a su vez, como dijo Einstein, es infinita- las visitas son guiadas por obligación, y muchos lugares están delimitados por piedras para no arruinar el paisaje natural. Muchos turistas acostumbraban a subirse a frágiles formaciones rocosas, o a llevarse recuerdos (disculpen el arrebato, pero se necesita ser gilip… imbécil) de valor imposible de calcular. Lo triste es que hay visitantes que lo siguen haciendo, «me llevo una piedrita por aquí», «un huesecillo por allá»… de verdad que me exasperan algunos infraseres. Por esto ahora el paseo se hace en fila de vehículos, o bicicletas, que también está esa opción, y sobre todo bajo la estricta vigilancia de los guardaparques, que tienen más paciencia que Job. «Señora, no se suba a esa formación antediluviana», «Dígale a su hijo que no escriba su nombre en ese fósil, que a mí no me hace caso», etc. El recorrido es muy interesante, y el lugar fascinante (como atestiguan las fotos que incluyo, tomadas de la página del parque; mi CD con las mías se rompió, grrrr). Una visita inolvidable: paisajes entre desérticos y lunáticos, formaciones rocosas imposibles, colores con tonalidades y contrastes de gran belleza, fósiles… ¡hasta una pista de bowling de millones de años de antigí¼edad!
Yo ya fui dos veces, y seguro que iré una tercera. ¿A qué esperas…?
www.ischigualasto.org La página oficial del parque. Información completa sobre la historia del lugar, su museo, tarifas, transporte…
www.lahueya.com.ar/index/parques/ischigualasto.htm Otra página algo menos agraciada en presentación y diseño, pero de contenido impecable.
Preguntas Muy (o bastante) Frecuentes
-¿Por qué debería yo visitar Ischigualasto?
Por su geología extraterrestre. Por su belleza desoladora. Por admirar las esculturas de Eolo (qué poético estoy esta mañana). Por conocer y caminar por el mismo suelo que pisaron los primeros dinosaurios, sin el fastidio de tener que esconderse de ellos para no ser devorados, algo que de todos modos no correspondió nunca al ser humano, digan lo que digan algunas películas.
-¿Cómo se llega a Ischigualasto?
El Parque Natural está en la provincia de San Juan, en la frontera con la provincia de La Rioja, Argentina. ¿No había dicho Argentina todavía? Bueno, para eso están las etiquetas y categorías. No hay buses regulares: o se va en vehículo propio, o se contrata la excursión en alguna agencia turística en San Juan. Puedes solicitar información aquí. Este detalle de transporte no es excusa: el precio de transporte y entrada todavía merecen la pena. Yo fui en el vehículo de mis padres en 1987, y contraté una excursión en un hostal de Chilecito (un pueblecito encantador, situado en La Rioja, del que les hablaré en otra ocasión) en el 2005. ¡Cualquier edad y cualqueir medio, merecen la pena!
-No sé si merece la pena ir tan lejos a ver un montón de piedras.
Bueno, decir de Ischigualasto que es «un montón de piedras» es tan ajustado a la realidad como describir El Quijote como «un montón de árboles triturados, prensados, secados y manchados con tinta». Merece mucho la pena, además en las cercanías está otro lugar de belleza natural incomparable: el Parque Nacional Talampaya.