De todas las ex repúblicas yugoslavas, Montenegro es la más pequeña (del tamaño de la provincia de Córdoba), la menos poblada (hay más habitantes en la provincia de Jaén) y probablemente la más olvidada. Por suerte, también es la más linda.
Situada al sur de Bosnia y Croacia, al sudoeste de Serbia, y al norte de Albania, es uno de esos países que hacen pasar un mal rato al estudiante que es llamado al frente para «señalar lugares en un mapa». Para ahorrarte ese mal trago, wikipedia diseñó este mapa para
Montenegro debe su nombre a la accidentada orografía del lugar. Su nombre original es Crna Gora (pronunciado ch’rna gora, o «negro monte»), pero es conocido mundialmente con la traducción italiana que también usamos en castellano. Las montañas del lugar, sin ser muy elevadas, sí son lo suficientemente escarpadas como para haber hecho bien difícil la labor invasora otomana. Si bien ese Imperio dominó la región durante siglos, nunca pudo controlar del todo a los revoltosos locales. Una nación nada expansiva y pacífica, su carácter guerrero se manifiesta cuando son o se consideran agredidos. La resistencia contra los turcos fue feroz. La resistencia contra los nazis, casi suicida: los montenegrinos fueron los ciudadanos europeos que, en porcentaje, ofrendaron más vidas en la lucha contra el Tercer Reich. Un diez por ciento de la población pereció en la guerra. Montenegro y Serbia son pueblos muy, muy parecidos en casi todos los aspectos, desde la religión hasta el sentido del humor, pasando por la Historia común y el lenguaje, y si para un extranjero distinguir a un serbio de un croata es tarea difícil, distinguir a un montenegrino de un serbio, es tarea imposible. Las mujeres montenegrinas, de fisonomía entre eslava y mediterránea, son consideradas de las más hermosas de Europa; los hombres, cuya seña de identidad principal es su elevada estatura, también tienen fama de ser muy atractivos.
Pueblo orgulloso, alegre, peleón, extremadamente apasionado para bien y para mal, anárquico a la vez que disciplinado, el resultado de cruzar el carácter italiano con la forma de ser rusa, los montenegrinos tienen fama de ser bebedores y hedonistas, muy sociables y tan patriotas que no se cansan de hablar maravillas de su país, muchas veces con razón. Además de su gente, el país tiene bellezas naturales que pocos imaginan y de las que todos se asombran; no es un país del que uno haya oído hablar mucho, y si haces una investigación entre amigos y familiares, serán muy pocos los que hayan visitado el lugar. Sin embargo, Montenegro, una de las naciones más jóvenes del mundo (se independizó el 3 de Junio del 2006) es una belleza natural, repleta de playas que poco tienen que envidiar a las de Grecia, montañas y bosques de gran hermosura, y sobre todo, la incomparable sensación de estar viviendo dos culturas que quieren hacernos ver como antagónicas -la oriental y la occidental- al mismo tiempo, y en un solo lugar.
Mañana los sigo convenciendo.