Guía del trotamundos

Curiosidades lituanas (y II)

Les contaba ayer que continuarí­a las curiosidades sobre Lituania hoy, comenzando con una deliciosa semblanza gastronómica.

5.- El cepelinai es el plato nacional lituano. Cuando mi amigo Mikel, que estudiaba en la repúblcia báltica, me retó a enfrentarlo, no tuve temor. í‰l me dijo «es imposible terminarse uno entero». Me reí­ por su ingenuidad. No hay plato que se me resista, menos cuando tengo hambre. Tení­a hambre y cuando me trajeron mi ración miré a mi amigo con cara de victoria. ¡Eso era coser y cantar! Una especie de tortilla no demasiado grande estaba frente a mí­, con un par de cucharadas de mahonesa a un lado. El cepelinai es una pasta de patatas cocidas y deshidratas, rellenas de algo de carne. Fácil, ¿no? ¡No! Cuando no llevaba ni la mitad ingerida, noté que jamás podrí­a terminarlo. No sé por qué, pero su consistencia, sus ingredientes, no sé qué fue, pero veí­a tarea imposible acabarme mi ración, aunque de sabor no tení­a queja ninguna. Tuve que rendirme ante la evidencia, y Mikel me miró con la tí­pica y desagradable expresión que a todos nos molesta ver en otro congénere: la expresión de «yo te lo dije».

6.- El baloncesto es una pasión para los lituanos. Para un paí­s tan pequeño, probablemente sea su mayor orgullo a nivel internacional. Ya desde la época soviética, sus habitantes -acualmente más de tres millones- siempre fueron una cantera magní­fica para la selección de la URSS. Cuando Lituania se independizó, la selección cosechó éxitos similares a los de su hermana mayor, y superó con creces, y sigue superando a la supuesta heredera de los campeones olí­mpicos de Seúl 1988, Rusia. Las andanzas de la selección nacional y del, aunque retirado, su lí­der indiscutible a todos los niveles, Arvydas Sabonis (que jugó varias temporadas en España) son pasión nacional y es raro encontrar un lituano indiferente a este deporte, que disfrutan y practican a menudo. Los hombres, que tienen una estatura media elevada, están genéticamente diseñados para el mismo. La pista del Zalgiris de Kaunas es poco menos que una Iglesia, y el baloncesto, en resumen, una religión.

7.- Aunque la verdadera religión lituana es la católica. Los lituanos, como los polacos, con los que guardan muchas similitudes, son fervientemente católicos. El respeto a esta religión es total, y se supone que alrededor del 80% de la población es practicante. Como sí­mbolo de esto, tenemos la llamada «Colina de las cruces». Lo que comenzó como una costumbre del siglo XIX, colocar cruces latinas -las ortodoxas son distintas- en ese paraje a pesar de la prohibición zarista, continuó durante la época soviética, que también prohibió la costumbre, por motivos diferentes. Sin embargo, los lituanos continuaron depositando cruces de todos los tamaños entonces y hoy, ya sin ser un acto rebelde, continúan haciéndolo. La colina, quizá la atracción turí­stica más famosa del paí­s, tiene un aspecto entre siniestro e inspirador, según gustos. Como muestra, una foto.

8.- No sabrí­a describir muy bien el idioma y apenas si recuerdo alguna palabra, excepto «gracias», que se dice aciu (pruncunciado achu) y «hola», que es labas. La lengua lituana, al oí­do, parece una mezcla entre la rusa y las escandinavas, como geográficamente también lo es su situación en el mapa. Sólo los menores de treinta o treinta y cinco años hablan inglés, y pocos adultos conocen otra lengua que no sea el lituano y ocasionalmente el ruso, alemán o polaco. Toda una aventura entender cuándo llega el bus, cuándo se va y cuánto cuesta. Pero eso hace los viajes mucho más interesantes.

Lituania, un pequeño y relativamente desconocido paí­s, me dejó de recuerdo estas, entre otras, curiosidades. No son las únicas. Las demás tendrás que descubrirlas por ti mismo.