Hay lugares que no podemos recomendar como destinos turísticos pero que, de vez en cuando, os damos a conocer en esta página. Es el caso de la isla de Queimada Grande, situada en un punto cercano a la costa de Sao Paulo (Brasil), un islote de 45 hectáreas de terreno, donde sus únicos habitantes son una especie de serpiente conocida como jararaca dorada.
Hace miles de años, Queimada Grande estuvo unida al continente por una lengua de tierra, pero con el deshielo que se produjo 10.000 años atrás, la isla quedó aislada y con ella, las especies que la habitaban, en su mayoría aves, pequeños mamíferos y reptiles.
Con el paso de los años, esta especie autóctona de ofidios acabó devorando a los roedores y al resto de pequeños animales que poblaban la isla, reproduciéndose sin control, al no tener depredadores. A pesar de ello, la jararaca dorada es una especie en peligro de extinción, ya que existen pocos ejemplares que vivan en estado salvaje y son muy codiciados en el mercado negro. Además, la isla ha sido incendiada en varias ocasiones por el ejército brasileño para intentar reducir su población, de ahí su nombre Queimada.
Esta víbora altamente venenosa, cuyo nombre científico es Bothrops insularis, sobrevive alimentándose de pequeñas aves y se ha adaptado a la vida diurna y a cazar en los árboles.
Ninguna persona habita Queimada Grande, que es visitada únicamente por el personal de mantenimiento de un faro instalado por las autoridades para avisar del peligro que encierra y solo puede visitarse con su autorización. Se trata de proteger no solo a los turistas sino, sobre todo a las víboras, que se encuentran en peligro crítico de extinción. En este pequeño edén, parecen por el momento, resistir a su hecatombe evolutiva. Esperamos que por el bien de la biodiversidad esto siga de esta forma.
