Todos conocemos algo acerca de los moai, esas estatuas monolíticas de la Isla de Pascua, que conforman uno de los misterios arqueológicos de la cultura rapanui.
La isla de Pascua pertenece a Chile y se encuentra en la Polinesia, a unos 3.500 km de distancia, en mitad del Pacífico Sur. Allí se desarrolló la cultura rapanui, que ha dejado como legado varios centenares de estatuas repartidas por toda la isla.
Estas estatuas están construidas en toba procedente del volcán Rano Raraku, en cuya ladera crearon una cantera, donde aún se conservan los restos de numerosas piezas, que demuestran que las piezas eran talladas allí y transportadas hasta lugares ceremoniales.
Poco se sabe sobre el origen y significado de los moai. Tampoco se conoce con exactitud cómo fueron transportadas desde Rano Raraku, ni la fecha exacta en la que fueron talladas, aunque la mayoría de los estudios las sitúan entre los siglos XI – XVII. No obstante, hay quien piensa que pudieron ser realizadas incluso hace más de 1500 años.
Aparte de las más de 200 que permanecen en las laderas del volcán, alrededor de 300 han sido localizadas cerca de los acantilados y varias decenas están dispersas por antiguos caminos de la isla.
Son estatuas que pueden medir entre 7 y 10 metros de altura, sin piernas, y con brazos esquemáticos unidos a ambos lados del cuerpo. Algunas se encuentran levantadas sobre plataformas ceremoniales llamadas ahus, mientras otras estuvieron enterradas hasta la altura de los hombros. Recientemente, unas excavaciones han demostrado que éstas cuentan con un cuerpo de varios metros, en cuya espalda han sido grabados signos de significado desconocido.
Este hecho está dando lugar a nuevas especulaciones sobre la fecha en que fueron construidas y su función. Algunos investigadores opinan que pudieron ser enterradas tras un tsunami, puesto que no tendría sentido tallar los cuerpor para dejarlos enterrados. También pudieron ser abandonadas tras la llegada de los europeos, antes de ser colocadas sobre las ahus.
Lo que si queda claro es que tuvieron un origen sagrado, relacionado con los ancestros protectores de los nativos y, en la mayoría de los casos, fueron instaladas con una orientación astrológica.
