Los arqueólogos en Turquía están de celebración, pues han aparecido los restos de una escultura que en su momento pudo haber medido hasta cuatro metros. Desde luego, no es un tamaño colosal, pero es grande teniendo en cuenta que el descubrimiento tiene más de 3000 años de antigüedad. Está claro que no le llega ni a la suela de los zapatos de nuestro particular Buda, por ejemplo, pero…
…ésta también tiene su propio encanto. Su rostro barbudo tiene unos ojos excepcionalmente conservados, pues aun mantiene sus incrustaciones de piedras blancas y negras. El pelo se le ha esculpido en un entramado de rizos alienados en filas, lo que tuvo que ser un pequeño calvario para su «peluquero». Sus brazos están extendidos hacia delante: en uno de ellos encontramos una lanza y en el otro trigo. Esta figura de gran tamaño estaba en la inmensa puerta que permitía el paso al reino neohitita.
La cabeza y el torso que se han salvado miden alrededor del metro cincuenta, lo que ha dado pie a especular que sus medidas completas oscilan entre tres metros y medio y cuatro. Además, hay una importante información añadida en relieve: una inscripción que narra las campañas y hazañas del rey Suppiluliuma.
