Ecologí­a y volcanes inundados en Chugchilán

Una amiga mí­a, a la que habí­a conocido en Bariloche, me recomendó que me acercara a la Posada Ecológica en la que ella habí­a trabajado hace meses, en el minúsculo pueblito de Chugchilán, localidad ecuatoriana a la que me costó llegar casi un dí­a entero, a pesar de estar cerca. Normalmente no se tarda tanto, yo simplemente tuve mala suerte con las combinaciones, y hubo dificultades en el camino por un accidente de tráfico. La combinación más lógica es desde Latacunga, en el eje principal del paí­s: la Panamericana. Desde esta ciudad, uno toma un bus hacia Saquisilí­, una parada corta pero interesante.

Saquisilí­ es, según se dice, el mejor mercado indí­gena de todo Ecuador, y el jueves, el único dí­a de la semana en qué se celebra. Yo me centré en la zona de comida, donde las campesinas aferraban a los conejos, primero por su cuello y después por sus genitales, y con fuerza. Los animalitos tení­an cara de Cómanme si quieren, pero por lo menos no me toquen los... Me sorprendió la cantidad de pescado que vendí­an, lejos de la costa, y sobre una mesa, a pleno sol, sin nada de hielo ni condición alguna de conservación. Mientras me preguntaba que qué harí­an con el pescado podrido, que qué inconsciencia tener esa mercaderí­a en tales condiciones, una vendedora gritó cerca de mí­ «pescadito frito», pescadito frito, al rico pescado y yo, sin dudarlo, me lancé sobre su puesto y dije Deme dos. Ni Homer Simpson lo hubiera podido hacer peor. El pescado estaba delicioso y no me hizo ningún mal, por cierto. Después de pasear por el mercadito, bus a Sigchos, nuevo cambio y finalmente se llega a Chugchilán.Ecologí­a y volcanes inundados en Chugchilán - 200207_chugchi1

Allí­ me instalé en la Posada Oveja Negra, un alojamiento ecológico donde los haya. Se recicla todo, hasta lo que uno defeca, que se usa para abonar el huerto de donde recogen las ensaladas que después uno se come. Todo muy cí­clico, ya lo ven. Lo lleva una pareja estadounidense muy simpática y muy ecológica, fue divertido aprender de este lugar, nunca habí­a estado en un sitio así­. Hasta el baño tení­a una vista espectacular, y uno podí­a pasar por ese momento tan í­ntimo e humano sin un libro: simplemente mirando el bello paisaje que se asomaba tras la ventana (como se ve en la foto). El único «pero» fue que hay que ajustar el presupuesto -como buen proyecto ecológico es más caro que un proyecto contaminador- y que todo era muy anglo-oriented: casi todos los visitantes eran sajones de una u otra manera, y yo por momentos me sentí­ algo marginado con mi inglés de academia.

Aproveché también para hacer la caminata que une el volcán Quilotoa, la estrella del lugar sin ninguna duda. Ecologí­a y volcanes inundados en Chugchilán - 200207_chugchi2Una caminata que empieza en un bus bien madrugador que te lleva cerca del volcán. Allí­ puedes tomar un té o café antes de emprender el paseo. La entrada al cráter es poco menos que espectacular, cuando se asoma el lago verde que lo inunda. El camino de regreso a Chugchilán no es fácil, cinco horas entre valles y cañones, pero tampoco imposible ni peligroso, y tiene algunos momentos de aventura inolvidables. Además, en la Posada te dan mapa, consejos e instrucciones de toda clase, para hacerte la caminata lo más cómoda posible. ¡Una excursión apasionante!

En la cercaní­as de Chugchilán, además uno puede hundirse en el Bosque de Nubes, y en la propia posada jugar al voleyball, con los trabajadores y dueños de la posada. O tocar los instrumentos de su sala de música. O, si tienen suerte como yo y como remate final, y nunca mejor dicho, un partido de fútbol once a 3.200 metros de altitud, todo un desafí­o a los pulmones y al estado fí­sico. Como atestiguan estas lí­neas, sobreviví­.

Una visita imperdible e inolvidable. ¡No se la pierdan!

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  1. Hola Mirko!
    Que chevere su reportaje sobre su visita a Posada Oveja Negra. Ya mismo empieza futbol otra vez..regresaras para apoyarnos otra vez!
    Muchos Saludos!
    Michelle y Andres

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