Ya sabéis que por aquí solemos mostrar algunos lugares atípicos y curiosidades que cruzan a lo largo, ancho y transversal nuestro asombroso planeta. Hoy nos pondremos un poco más mundanos y dedicaremos el post de hoy a un útil elemento arquitectónico que nos ayuda a atravesar los efluvios montañosos: el puente. El de hoy, por supuesto, no es normal y nos tenemos que ir a Noruega para verlo.
Nuestro puente en cuestión se llama Storseisundet y forma parte de la llamada Carretera del Atlántico, un sistema artificial de carretera que conecta unas cuantas porciones de tierra e islas en Noruega. Este puente es el más grande de los ocho que podemos encontrar en «Atlanterhavsveien«, que es el nombre en «vo» de esa carretera.
Tiene una longitud de 260 metros aproximadamente y un gálibo de navegación de 23 metros para que los barcos también puedan cruzarlo por debajo. Lo más curioso o divertido del puente es su forma.
La buena noticia es que, a pesar de que fue una carretera de peaje durante más de diez años, ahora ya no. Cualquier trotamundos que esté por Noruega podría utilizarlo y maravillarse ante las construcciones humanas, que no se quedan tan atrás de la magnificencia de la naturaleza.