Boneyard es un lugar curioso. Se trata de un gigantesco cementerio de aviones militares, situado en el desierto de Mojave, en Tucson, una ciudad del estado de Arizona (EE.UU).
Boneyard, cuyo nombre oficial es 309th Aerospace Maintenance and Regeneration Group (AMARG), es una base aérea con más de 2.500 hectáreas, en las que se disponen de manera ordenada, cerca de 5.000 aviones que en su día formaron parte de las fuerzas armadas norteamericanas.
El desierto de Mojave es un lugar que ha sido elegido por sus características áridas. La escasez de lluvias y la alcalinidad de sus suelos, contribuyen a que el deterioro de los aviones y sus piezas sea más lento que en otros sitios.
El origen de AMARG hay que buscarlo tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, en el año 1946, en el tratado de desarme entre americanos y soviéticos. Los americanos aparcaban allí las naves que se habían comprometido a reducir y las cortaban literalmente por la mitad. De esta forma, los soviéticos corroboraban a través de sus satélites la destrucción de los aparatos.
Actualmente, se pueden observar extensas áreas llenas de aviones de guerra aparcados, configurando una especie de desfile de naves ordenadas que unas veces forman figuras geométricas como en un elegante museo de guerra y otras, han sido reducidas a piezas disgregadas y agrupadas de manera ordenada.
No solo hay aviones de la primera mitad del siglo XX, algunos de ellos, verdaderas piezas de museo, sino que muchas empresas privadas llevan a Boneyard sus ejemplares estropeados o aquellos que, con el tiempo, se quedan obsoletos.
A veces se transforman en chatarra, otras veces se recuperan las piezas que están en buen estado como recambio de otras naves, pero también, muchos de estos aviones son vendidos a países más pobres para que pasen a formar parte de su armamento.