
En el sudeste asiático, en Indonesia, hay una isla llamada Sulawesi, donde vive la tribu de los Tana Toraja, un grupo étnico que habita la isla con más de 600.000 miembros, junto a otras tribus como las de los Bugis, Makassarese o Minahasa.
Se piensa que la tribu llegó a la isla procedente de Camboya, instalándose en la parte centro norte de ésta. Sus espectaculares viviendas reciben el nombre de tongkonan, y tienen forma de barco. De hecho, se cuenta que al asentarse en la isla, utilizaron los barcos en los que llegaron como cubierta de sus viviendas.

Se levantan sobre una estructura elevada sobre pilares de madera, y están construidas con bambú, cuya fachada y voladizo frontal están ricamente decorados con tallas geométricas policromadas, de mayor belleza dependiendo del rango social de las familias. Cada vivienda cuenta con una construcción aledaña, que sirve como almacén de arroz y otros víveres.
Los Toraja son conocidos por sus costumbres funerarias. Cuando un miembro de la familia fallece, hay que organizar un ostentoso funeral, en el que se sacrifican búfalos, cerdos y otros animales. En función de la clase social a la que pertenezca el difunto, el número de búfalos sacrificados puede ser de entre 10 y 30, por lo que podemos imaginar lo caro que sale cada entierro.
Es por ello que la familia pasa algún tiempo ahorrando y preparándose para el evento, por lo que éste no se celebra cuando la persona muere, sino cuando sus familiares han conseguido ahorrar lo suficiente como para poderle costear tan ostentosa despedida, pudiendo pasar mese so incluso años.

Lo más curioso de todo es que durante ese tiempo, el familiar debe permanecer con ellos, como si se tratara de un enfermo. Convenientemente embalsamado, convive con la familia y es servido con bebidas y alimentos hasta el día que es enterrado. Ese día, acuden una multitud de familiares e invitados, que agasajan al cadáver con regalos como azúcar, tabaco, cacao y otros alimentos, que les serán devueltos por algún familiar del difunto el día de su propio entierro.

Tras los festejos, el cadáver es enterrado en un nicho horadado en la roca, donde los familiares colocan una talla en su memoria, para poder tenerlo siempre presente.
Es posible acudir a uno de estos entierros si te encuentras en Rantepao y coincide que se celebra alguno. Solo has de recordar que es necesario agasajar al difunto con algún presente.