Las cuevas Waitomo son uno de esos sitios raros que debería visitar cualquiera que viaje a Nueva Zelanda o cualquiera que busque conocer sitios realmente sorprendentes.
Se trata de un sistema de cuevas naturales surcadas por ríos subterráneos, que fueron horadando la piedra caliza durante millones de años. La humedad y la erosión dieron lugar a la formación de incontables estalactitas y estalagmitas que ahora decoran las paredes.
Su nombre está formado por dos palabras maoríes wai, que significa agua y tomo, que quiere decir agujero en la tierra. Pero el atractivo de las cuevas Waitomo, no es únicamente geomorfológico. El interior de la gruta es el hábitat en el que se desarrolla una especie de insecto autóctono, capaz de emitir luz como una luciérnaga, que recibe el nombre científico de Arachnocampa luminosa.
Este insecto es capaz de generar una luz azulada cuando se encuentra en estado larvario. Esta pequeña luciérnaga fabrica unas trampas con filamentos pegajosos, parecidos a los de las arañas, que penden de la roca y forman cadenas perladas por gotas de humedad en las que atrapan a los insectos que acuden al brillo de su luz. El resultado es un espacio insólito, similar al de un cielo cubierto por millones de estrellitas, en el interior de la cueva.
Se pueden visitar todos los días. El tour dura unos 45 minutos e incluye un paseo en barca por el río subterráneo, que es desde donde se accede a los espacios en que mejor se puede disfrutar el fenómeno de las larvas y su brillo azul en toda la cueva.
Lo peor de la visita es que está prohibido hacer cualquier tipo de fotografía y te ofrecen comprar imágenes impresas o en CD, en las tiendas de suvenirs que hay a la salida.