A unos 80 kilómetros de la ciudad de Yazd, una de las urbes históricas de Irán, se encuentra la antigua ciudad de Kharanaq. Desdibujada entre el color de la tierra, la ciudad de adobe todavía luce sus ruinas a la espera de los visitantes que se acercan a contemplar sus restos, para imaginar lo que fue en su día un gran asentamiento.
Kharanaq llegó a tener cerca de 3.000 habitantes, pero fue abandonada hace 40 años, cuando la población emigró en busca de una calidad de vida mejor y de comodidades como el agua corriente o la luz eléctrica.
Pese a su abandono, la ciudad de Kharanaq se mantiene aún en pie y es posible pasear por sus enmarañadas calles para apreciar las edificaciones y la forma de vida que tuvieron sus vecinos, puesto que aún es posible encontrar pequeños objetos y enseres abandonados.
La verdadera riqueza de este tipo de ciudades fantasma es conocer la arquitectura del barro, ya que todas las casas y edificios fueron realizados en adobe, un material modesto que se realizaba a base de barro, arena y paja o excrementos de animales ricos en fibra vegetal, que servían como aglutinante.
Es interesante contemplar como la mayoría de las construcciones no son adinteladas, sino que utilizan el arco de medio punto y la bóveda de cañón como principal elemento constructivo, al igual que los tinaos que comunican las calles en altura y que conceden al conjunto un aspecto laberíntico.
Para conocer Kharanaq se pueden contratar excursiones en agencias locales o desde los hoteles de ciudades cercanas, como Yazd, aunque no es normal encontrarse con muchos turistas durante la visita.