Probablemente te haya pasado que en uno de tus viajes te sientes en un banco y, de repente, te des cuenta de que tiene una inscripción. ¿Acaso el banco se llama George? ¿O es que tiene dueño y le estás quitando el sitio con la consiguiente regañina que te podría caer? No, en realidad no.…
¡Este banco tiene nombre!
