En el llamado «Eje cafetero», Colombia, se encuentra uno de los mejores paseos del país. El lugar a visitar se llama Salento, y está a una pequeña distancia de Armenia. Sí, los nombres pueden confundir (Salento suena a Salerno, Italia, y Armenia nos suena a república ex-soviética), pero seguimos en Sudamérica. Dos características principales identifican el lugar:
a) Sus palmeras de altura excesiva, sobrada, casi arrogante (hasta 60 -sesenta- metros de altura, el equivalente a un bloque de apartamentos de 20-25 pisos).
b) Sus plantaciones de café, en una de las zonas más cafeteras del país más cafetero por excelencia.
Salento (que forma parte del departamento del Quindío) es un pueblito tranquilo, con una bella Plaza, rodeado de verdes montañas y con un clima apacible. Se llega hasta allí desde la más populosa (dentro del contexto) Armenia, que está a medio camino de la capital Bogotá y de la rumbera Cali. Las dos principales atracciones de lugar son accesibles a pie, sobre todo la visita a una plantación cafetera, donde los trabajadores del lugar te harán un recorrido, podrás probar algo del café elaborado allí mismo -de manera tradicional y ecológica- a cambio de una entrada casi simbóica. Un paseo muy lindo, para una mañana o una tarde.
Más trabajosa es la caminata entre las descomunales palmeras -conocidas como palmas de cera- dentro del Valle del Cocora, pero por más trabajosa, también mucho más bella. Aunque recomiendan hacer una buena parte del paseo en jeep, que te acerca desde Salento hasta la entrada del valle, yo fui bruto e hice ese trecho a pie. Eso me añadió dos horas de caminata, por lo demás no muy espectaculares. Recomiendo por tanto la opción del jeep, aunque suponga un madrugón y, al no ser una línea regular, uno pueda encontrarse con que esa mañana no hay jeep, o pasó más temprano, o pasará más tarde. La caminata entre las palmeras, envueltas en un misterioso «bosque de nubes», que le dan un aspecto surrealista, equivalente a mezclar el clima de Londres con la flora de una isla caribeña, es uno de los imperdibles del país.
La primera foto puede resultar engañosa, al no haber una referencia que nos haga exclamar «Oh Dios mío, oh Dios mío, pero qué palmerotas tan grandes». No se preocupen, que con mi espíritu de redactor de revista de OVNIS o de publicista de pasquín sensacionalista, me encargué de hacer un recuadro bien cutre, resaltando la vaca que pasta plácidamente junto a una palmera relativamente modesta (obsérvese la que está a su derecha para comparar), que a pesar de no ser de las más altas del lugar deja al simpático rumiante como a un perro faldero junto al Empire State.
En Salento hay varios alojamientos económicos. Mi experiencia personal fue en Plantation House, que sin ser memorable fue satisfactoria y la recomiendo sin dudar. Habitaciones privadas o compartidas, cocina y área común, café en vena gratis, dueños simpáticos y buena fuente de información sobre la zona… Aunque la web está en inglés -qué sorpresa- los trabajadores de la posada son mayoritariamente colombianos (de hecho, la posada la lleva un matrimonio anglo-colombiano… él inglés, ella colombiana).
¡No se pierdan esta visita a uno de los lugares más bellos de uno de los países más bellos de Sudamérica: Colombia!