Recuerdos de cristal

Recuerdos de cristal - 33675246_galMe viene a la memoria un viaje de fin de curso, cuando aún era niño, a la inmortal ciudad de Venecia. No sé si eran sus amplias plazas, sus mágicos canales, su Puente de los suspiros, los que dotaban de un frescor que todavía rememoro a la visita, o era la propia frescura de nuestra juventud la que firmaba aquel cuadro inolvidable. En esa ciudad de encanto misterioso, conocí de cerca el famoso cristal de Murano. Nuestra visita contaba con una parada en un taller donde nos enseñaron cómo se hacía, y recuerdo mi impresión del cristal al rojo vivo tomando formas gracias a la habilidad del maestro que soplaba en él. Y es que el cristal de Murano, como seguramente saben, se lleva a cabo mediante el soplado consiguiendo todo tipo de formas, algo realmente impresionante. No pude evitar llevarme un hermoso corcel de gran cabellera como recuerdo para mi familia que todavía conservan.

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El nombre proviene de la ciudad de Murano, una isla a más o menos un kilómetro de Venecia, compuesta asimismo por varias pequeñas islas divididas por ríos y canales, pero comunicadas mediante puentes. Fue famosa, como es de imaginar, por la elaboración del cristal, y de ella provienen las famosas arañas de luces, esas lámparas de corte aristocrático que hoy encontramos en tantos lugares del mundo. En ella estuvieron obligados a vivir, a partir del 1291, los cristaleros sin poder salir sin permiso, debido a los continuos incendios que el oficio provocaba. Aun así algunos consiguieron escapar eventualmente y exportar su oficio a otros lugares. Como vemos, este misterioso arte también tiene una historia interesante.

Estas diversas figuras, y su peculiar formación a base del soplado, me evocan la manera en que nuestra mente trabaja con los recuerdos. Esa materia prima que consta de nuestras impresiones formadas a partir de acontecimientos pasados van siendo moldeadas por nuestra mente con el paso del tiempo que es ese soplido. Muchas veces el resultado es mucho más rico que con lo que partíamos al principio. Esas formas bellas de Murano que son nuestros recuerdos también pueden ser tan frágiles como el cristal. Pueden ser tristes, como una lágrima cuando lentamente se forma en el ojo, de manera similar a estas figuras, hasta que cae en el suelo y se rompe. O pueden permanecer como el imponente corcel que compré a mis padres, y me estimuló a escribir hoy animándoles a compartir esta porción de mis recuerdos acerca de Italia. Algunas otras formas se convierten en obras maestras que perduran en la historia.

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