Baldassare Forestiere y su jardín subterráneo: una historia inspiradora.

Baldassare Forestiere y su jardín subterráneo: una historia inspiradora. - forestiere-3-300x224
By fotosimagenes.org
Baldassare Forestiere y su jardín subterráneo: una historia inspiradora. - forestiere-2-300x225
By fotosimagenes.org
Baldassare Forestiere y su jardín subterráneo: una historia inspiradora. - forestiere-5-300x225
By fotosimagenes.org
Baldassare Forestiere y su jardín subterráneo: una historia inspiradora. - forestiere-8-300x225
By fotosimagenes.org

Baldassare Forestiere fue un joven siciliano descendiente de una familia adinerada, que quiso labrarse su destino lejos de su ciudad natal. Emigró a Estados Unidos en 1902 y comenzó a trabajar en las obras de excavación del metro de Boston y más tarde, excavando un túnel que unía Nueva York con Nueva Jersey. En 1908, juntó sus ingresos con el dinero que había traído desde Italia y compró unos terrenos en Fresno, California, con la idea de montar una plantación de cítricos.
Lo que en un primer momento parecía haber sido una ganga, resultó todo lo contrario. La tierra era infértil, el calor sofocante, su inversión un desastre.
Baldassare Forestiere, abatido y delirante, comenzó a cavar la tierra como tantas veces había hecho en su anterior desempeño, con pico, pala, una carretilla y un par de mulas, para hacer una bodega en la que refugiarse del calor.
Poco a poco, Forestiere continuó cavando aquel espacio, descargando su frustración contra la roca, recuperando la ilusión de construir su hogar bajo tierra. Durante parte del día, consiguió trabajo como jornalero, y la noche, la pasaba picando, recreando la arquitectura subterránea que había conocido en las catacumbas de su Italia natal, poniendo en práctica el conocimiento adquirido como excavador. Pronto su vivienda constaba de salón con chimenea, habitaciones, cocina…y durante 40 años siguió cavando, iluminando los espacios con claraboyas y aperturas; creando grutas y nuevos espacios conectados entre sí por túneles. Por fin, un día, pensó que si él había conseguido refugiarse bajo tierra, tal vez sus frutales pudieran crecer a su lado. Y así, dispuso grandes asientos de piedra y tierra para sus frutales y comenzó a emplazarlos por multitud de zonas. Limoneros, naranjos, almendros, pomelos pronto comenzaron a dar frutos bajo tierra, protegidos del calor y del frío, al igual que cepas y otras plantas, y el espacio siguió creciendo hasta alcanzar 100 salas, llegando a ocupar 7 hectáreas de terreno en tres niveles diferentes, a 3, 7 y 9 metros de profundidad.
Así, el jardín subterráneo de Forestiere, puede admirarse hoy en día y servirnos de ejemplo de cómo de una situación decepcionante puede tornarse extraordinaria.

Post Comment

¡Ediciones Letra Grande hace literatura para todos!