Imagínate qué sería pasar por el túnel de la vida, agarrado de la mano a la persona que tú más quieres, y que en vez de todo tipo de quejas, palabras inadecuadas, reproches y consejos ajenos que nunca has pedido ni necesitas, solo se escuchara el dulce trinar de los pájaros. Imagínate que en lugar de este cielo contaminado que asfixia hasta tu inteligencia, qué decir de los pulmones, y este ajetreo constante a tu alrededor que martillea constante e implacablemente tu tranquilidad, anduvierais rodeados por una bella vegetación con olor a hierba fresca. El rocío de la mañana en ese paseo sería un néctar para ti y la persona que hayas decidido, el más absoluto silencio sería vuestra compañía. Solo eso, y es que para los que están por conocerse, o para los que llevan ya toda una vida en compañía, a veces sobran las palabras. Basta el silencio, un apretón de manos, y un mirarse el uno al otro, con una sonrisa, mientras pausada pero firmemente camináis ambos en la misma dirección.
Algo parecido ocurre en un túnel de Klevan, en Ucrania, en una sección de la vía ferroviaria que transporta el material a una procesadora de madera, tres veces al día. La vegetación que se formó alrededor atrae a los turistas y curiosos, y muchos se han animado a dar un paseo y admirar o fotografiar este lugar tan romántico para la imaginación, aunque mucho más prosaico en la realidad.
La tradición dice que quien pide un deseo, mientras pasea acompañado de su pareja bajo esta cobertura natural, recibirá lo que quiere. Debe ser hermoso poder acercarse a un lugar tan pintoresco, en horas en las que no pase el tren, por supuesto. También podemos desear simplemente eso, poder compartir más momentos con la persona que tenemos a nuestro lado, intentando aprovechar los momentos libres que el tren implacable de esta vida, tan materialista, nos deja.